Comete ésta

Hoy tenemos, amigos todoporlamismaplatenses, una receta sencilla, facilita, como para que cualquier inepto pueda llevarla adelante. No se trata estrictamente de elaborar un plato sino de tunear otro. Pero antes, el chisme mediático de la jornada.

Dice gente que es mala con el resto de la humanidad que Rosario está triste. Dejó el Canal Uruguayo porque estaba harta de trasnochar y de hacer lo mismo jornada tras jornada. Pero también porque la tentaron de La Tele, donde fue anunciada en el lanzamiento de programación del año pasado como una de las nuevas figuras de la casa.
Pero después, Rosario y el proyecto en el que estaba embarcada fueron a parar a un freezer gigantesco, donde conviven cientos de pilotos y miles de currículums. Así las cosas, Rosario está con frío y triste. Vaya desde aquí nuestro aliento: Ro, no dejes de soñar!

Ahora sí, a comer. Como buena larva que sos, en tu freezer tenés unas milanesas de carnicería. Sacalas de ahí antes de ir a trabajar, así a la vuelta están descongeladas.

(Transición: pasa el tiempo, se aceleran las agujas del reloj, etc).

Llegaste de laburar y te cambiaste. Vas hasta la cocina y ves las milanesas y pensás: “¿qué carajo hago con esto?”. Bueno, primero las cocinás, yo te sugiero que las hagas al horno pero si las querés fritar, también podés. Lo que pasa es que el horno da más libertad, las pusiste y podés servirte una copa de vino o un whisky (no te hagas un faso porque sino te vas a colgar y las vas a quemar). Si las hacés en aceite tenés que estar controlándolas todo el tiempo, quedando imposibilitado de alcoholizarte.

Cuestión que mientras se hacen podés cortar tomate en rodajas. O picar un poquito de cebolla. O agarrar unas fetitas de fiambre. Incluso podés tener unos champignones cortados en láminas. Hasta te diría que, si te gustan los picantes, podés tener unos ajíes catalanes cortados en aritos. Y, si tenés la heladera surtida, podés tener ciboullete, albahaca o rúcula. En cualquier caso, no debe faltarte un queso de fundir tipo muzzarela, magro, dambo, port salut, etc.

El sistema es sencillo: agarrás una milanga y por arriba le ponés cualquiera de estos ingredientes, de a uno o combinados. Le das un toque de calor en el horno y luego le agregás el queso. Vuelta al horno hasta que se derrita. Si querés, echale orégano por arriba, o adobo. O la albahaca. O nada. Y listo. A comer.

Vos me dirás “esta receta es una papa, este tipo está robando la plata”. Y sí. Para lo que me paga Reyes por la columna ¿qué más querés? Buen provecho.