¿Quién iba a pensar que con 2 pei hoy un uruguayo puede hacerse rico? Espero que nadie, y aunque se esté en tiempos de promesas ojalá a ningún personaje político se le ocurra tal afirmación.
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Sin embargo hay cándidos que caen en eso; vienen al almacén y “se juegan unas monedas”. Se habla tanto de descentralización que el casino llegó a los barrios, es más, llegó al almacén. Con 2 pesitos jugás en unas maquinitas de sonido infernal y regresivo que me recuerdan a aquellos pianitos de juguete de la década del 80 en los que sólo se podía tocar el feliz cumpleaños o esa del puente de Londres. El hecho es que cualquiera hoy puede acercarse a mi local y divertirse sanamente dejando su dinero a cambio de nada. ¿Qué gano yo? La misera suma del 50 por ciento de las monedas que se encuentren en la visita semanal de su dueño; yo le doy el espacio físico y el divide la ganancia; me parece justo, yo me preocupo más porque él no se funda que porque la pepsi se cruce con lays y empiecen a fabricar “pecsi” con pedacitos de chizitos flotando en el interior de la botella.
Al principio no entendía mucho cómo esto me iba dar plata, hasta que me llevaron a un almacén allá por el hipódromo y vi que era más grande el salón que don Carlos le había dado a las “maquis” que al almacén propiamente dicho, me quedé un rato mirando y unos parroquianos iban cada cinco minuto a cambiar de a 20 pesos para jugar hasta que se quedaban desplumados. Yo no ponía inversión y ganaba plata; justo me había peleado con el huevero y tenía el espacio libre. 2 maquinitas eran suficiente para probar. La primer semana hice “4 lucas” (qué gracioso se habla aquí) de ganancia. Le puse unos banquitos y un cenicero, negocio redondo sino fuera porque cada vez que me querían cambiar plata me demoraba un montón contando 50 pesos o cien en moneditas de a dos. Al mes me mostraron la solución: “porqué no pesas las monedas”. Qué nabo. Ahora si me piden monedas las vuelco en la balanza y le pongo el peso por quilo, esas monedas realmente no valen lo que pesan.
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A veces se pone feo el ambiente, nunca falta el que no quiere perder o el que quiere fiado para jugar, pero tengo un cartel enorme que aclara: VICIOS NO SE FÍAN. Clarito.
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Los vicios los combatí mucho tiempo en Miami, en Montevideo los vendo al contado
8 comentarios:
Pa Philip, la verdad que me encantó tu columna.
Recuerdo haber visto en el gran Bar Cervantes de Agraciada a muchos parroquianos y parroquianas castigándose de lo lindo con esas hermosas máquinas. Ahora sé como es bien la movida. Gracias.
Y pensar que me habían dicho...
Yo tambien los veo en el bar del Union Vecinal, ahi cerca de lo de Silverio, se gastan lo que no tienen en eso. Muy buena la columna.
Que grande Philip desentrañando los misterios mas oscuros de la ciudad. Yo quisiera saber como esta el tema del garroneo chiquito ese que te manotea un alfalorcito.
Philip que interesante negocio, será por eso que gente como Tinelli quiere poner su platita aqui para seguir aumentando sus millones mientras tu te verías obligado a amigarte con el huevero??
Me encantó.
Ahora bien, en el almacén del Sapo, a media cuadra de casa, tienen una. Pero en lugar de poner moneditas, "cargan" dinero con una llavecita.
"Un pan, una leche, y cargame 20" se suele escuchar. Entonces el tipo le da los 20 al Sapo, que va llavecita en mano a darle "créditos", supongo, como en las maquinitas de video.
che philip,se puede cargar los 20p en la libreta del fiado?
Me alegro que guste la propuesta.
Andrés: Me negué q esa que cargan con la llavecita porque esos 20 pei se los gastan enseguida y me dejan los huevos chatos de tanto pasar al otro lado del mostrador.
Carles: eso amerita una columna aparte
Zorro: lo del fiado se verá más adelante
Esas maquinitas siempre me dieron la impresión que si me acercaba un poco, aún sin tocarlas, igual me iban a afanar
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