Tiendo a creer que los cumpleaños se han hecho para comer a lo bestia. ¿De qué otro modo se explica que uno acceda a compartir cinco horas con parientes con lo que no compartirá más nada el resto del año?
Pienso que si al momento de arrancar la dieta, hubiese sopesado la necesidad de comer la infame pascualina pudiendo entrarle a sánguches, pizza rellena, masitas y caloríficos etcéteras, no la hubiese empezado jamás. Porque si el otro día les contaba que me mandé una óreo, hoy les juro que estuve a esto de claudicar y morfarme hasta las servilletas sucias.
Hoy fue el cumpleaños de mi padre. Aguanté dos horas, antes de salir corriendo despavorido. No pude lidiar con la tentación. Afortunadamente, sé que nunca notó mi ausencia. De hecho, una vez me fui de campamento durante dos semanas, y él nunca se percató, salvo cuando al verme acotó "estás más quemado, Dugui".
Terminé en la Rural. ¿Alguien entiende para qué sirve ese evento? Lo desterraría con gusto. Mucha pendeja producida, mucho joven blanco con la caña al hombro, mucha familia de clase baja, mucho olor a mierda. Pero a salvo de las tentaciones.
O al menos eso creía yo. Porque no sé bien cómo, terminé dentro de una suerte de carpa, en la que se preparaba la paella más grande del mundo. Suerte que las comidas cuyos ingredientes no podría identificar, mucho no me gustan. Aunque era tal el hambre, que con un poco de buena voluntad hubiera aceptado mi porción.
Me dio para pensar en nuevos récords guiness culinarios para acercar a nuestras vitrinas. Creo que mi madre puede apelar a la tortafrita más aceitosa del planeta. Mi padre, sin ir más lejos, al pelotudo más grande del globo.
Al menos, hasta que yo crezca y lo alcance.
Pienso que si al momento de arrancar la dieta, hubiese sopesado la necesidad de comer la infame pascualina pudiendo entrarle a sánguches, pizza rellena, masitas y caloríficos etcéteras, no la hubiese empezado jamás. Porque si el otro día les contaba que me mandé una óreo, hoy les juro que estuve a esto de claudicar y morfarme hasta las servilletas sucias.
Hoy fue el cumpleaños de mi padre. Aguanté dos horas, antes de salir corriendo despavorido. No pude lidiar con la tentación. Afortunadamente, sé que nunca notó mi ausencia. De hecho, una vez me fui de campamento durante dos semanas, y él nunca se percató, salvo cuando al verme acotó "estás más quemado, Dugui".
Terminé en la Rural. ¿Alguien entiende para qué sirve ese evento? Lo desterraría con gusto. Mucha pendeja producida, mucho joven blanco con la caña al hombro, mucha familia de clase baja, mucho olor a mierda. Pero a salvo de las tentaciones.
O al menos eso creía yo. Porque no sé bien cómo, terminé dentro de una suerte de carpa, en la que se preparaba la paella más grande del mundo. Suerte que las comidas cuyos ingredientes no podría identificar, mucho no me gustan. Aunque era tal el hambre, que con un poco de buena voluntad hubiera aceptado mi porción.
Me dio para pensar en nuevos récords guiness culinarios para acercar a nuestras vitrinas. Creo que mi madre puede apelar a la tortafrita más aceitosa del planeta. Mi padre, sin ir más lejos, al pelotudo más grande del globo.
Al menos, hasta que yo crezca y lo alcance.
5 comentarios:
Dugui: tu vida cada vez nos importa menos. Es bueno que lo sepas.
Bien Dugui, esquivando las tentaciones, no claudiques loco, que pasa con la balanza? Te le estás arrimando todas las mañanas después del orin correspondiente? Hacelo loco es lo único que te va a impulsar en tu carrera.
dugui! no tengo mucho para decir... pero estoy contigo
Dugui: creo que tenés que buscarle un nuevo perfil, sin perder de vista el objetivo de los quilos. ¿Y si agarrás una cámara y salís a sacar fotos para hacer pasar el tiempo?
Seguro PV te tira unos piques.
Gracias, Perezvi. Estoy intentando ponerme al día.
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