Cubo mágico

Ser ignorado no es fácil. Les confieso que opté por no publicar durante cuatro días seguidos, esperando manifestaciones de desaprobación, sorpresa, preocupación. Pero nada. Ni siquiera el Director se dio cuenta. Más que caer mal, siempre me molestó mucho más el pasar desapercibido.

Por eso, acá estoy. De acá en más publicaré cuando se me cante, y apelaré a los contenidos más disímiles, buscando tener el eco que hasta aquí se me ha negado.

A propósito: estoy más flaco. La ropa que usaba me queda holgada y ya no me sirve; la que no me entraba empezó a entrarme, pero está vieja y gastada; el anillo con mis iniciales que me había cortado la circulación de mi dedo anular izquierdo ahora entra y sale con fruición, en tanto el propio dedo anular ganó en sensibilidad; y ya no me canso cuando subo por San Martín en dirección a Agraciada. Pero no soy feliz.

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Hoy hablaré del Cubo de Rubik, más conocido en estos lares -siempre tan afectos en arruinarlo todo- como "Cubo Mágico", seguramente de Fábrica Peñarol. Les confieso algo más: hasta ayer yo lo llamaba "Cubo de Kubrick", y tenía asumido que lo había inventado el propio Stanley, el mismo de los termos que usa El Nacho. Pero parece que no.

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Hay quienes dicen que es muy sencillo "armarlo". Incluso recuerdo haber visto torneos donde unos guachitos de lentes, parecidos al rubio nerd de "Step by Step", los armaban en un periquete.

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Pero lo cierto es que yo nunca pude. Una vez estuve cerca de armar dos caras, una amarilla y la otra azul, lo recuerdo como si fuera hoy. Pero me faltaba un cuadradito, intenté zafarlo con un destornillador, y terminé rompiendo al puto cubo, cuyas partes terminé arrojándole al gato de la vecina.

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Por eso quería preguntarles sobre vuestras experiencias con este demoníaco artefacto, quizás entre todos podamos hallar una forma de armarlo, un poco más inteligible que las que aparecen en internet.