La Historia de la Servilleta

¡Hola estimadas amigas!

Hoy arrancamos la temporada 2012 con un tema más que apasionante: La Servilleta, su historia, su uso y su legado.

Muchos años han pasado ya desde que los vikingos comían sentados sobre fardos de heno, con los que limpiaban sus manos durante la cena. Y mucha tela se ha cortado (literalmente, para hacer servilletas) desde que los antiguos pueblos nómadas del Sahara, sacaban la grasa y los restos de la comida adherida a sus dedos con cactus depilados.

La servilleta como la conocemos hoy en día, se remonta a los tiempos del Imperio Romano. En aquel entonces, para resaltar las mesas en los banquetes, comenzaron a colocar manteles largos y angostos que cubrían la parte central de la mesa y colgaban sutilmente por los extremos. Usted estimada amiga, pensará que nos estamos inmiscuyendo en la historia del mantel. Pero si lo medita un minuto, un mantel es como una servilleta muy grande.

Luego se puso de moda que el anfitrión, al entrar los invitados al banquete, les entregara un trozo cuadrado de tela individual que usarían luego para limpiarse la boca y llevarse los restos de comida a su casa.

Con la caída del Imperio Romano la servilleta cayó en desuso. Considerada como un símbolo del Imperio, fue prohibida y castigado su uso con la estirpación de falanges de los dedos.

No fue sino hasta la Revolución Francesa, en la que un Noble que pudo zafarle a la guillotina, pusiera sobre la mesa (otra vez, literalmente) una idea que lo sacó a flote.

Al verse expropiado de su bienes y asumiendo una identidad falsa, el Duque Jaques de Serviliet abrió un restaurant implementando una estrategia de marketing muy novedosa: envolver los cubiertos junto al plato con un trozo de tela que podía ser utilizado durante la ingesta como adminículo de limpieza labial.

Fue tal el furor que incluso se elaboró un protocolo de uso que sobrevive a nuestros días con muy pocas variantes. Es más, es uno de los protocolos de etiqueta más antiguos que se mantiene vigente, junto con el de la preparación y servicio de la ensalada de fruta.

Les dejamos aquí un resumen, estimada amiga. Cinco simples reglas para que no quede pegada cuando la inviten a una comilona distinguida:

• Cuando el anfitrión, ya sentado a la mesa, toma la servilleta, se considera iniciada oficialmente la comida. Es el momento en el que los invitados extienden la suya, y pueden comenzar a hincar el diente.

• La servilleta se coloca sobre el re-ga-zo. No se considera apropiado colgar la servilleta de la camisa, ni anudarla al cuello, como hacía Toto Paniagua.

• Se puede emplear la servilleta tantas veces como se crea oportuno. Pero es obligatorio limpiar la comisura de los labios antes de ingerir líquidos. De esta forma no se dejan marcas grasientas, o de lápiz labial en la cristalería.

• Está mal visto utilizar la servilleta para sacarse la cera de las orejas, limpiarse la naríz, u otra cosa que no sea limpiarse los labios o las manos.

• La comida queda cerrada formalmente cuando el anfitrión pone su servilleta a la derecha del plato, instante en el que se da paso al café y/o postre. Se puede dejar la servilleta a la derecha ligeramente doblada, pero nunca igual a como estaba al comienzo de la comida.

¡Hasta la semana que viene!