El amigo de mi papá (segunda parte)

Oí sus pasos acercándose a la puerta. Sabía que él estaba ahí mirándome y deseándome.

Desde mi infancia siempre fui muy coqueta. Recuerdo que jugábamos con mi abuela Mimí a las modelos o a las actrices imitando a alguna famosa del espectáculo. A ella le encantaba mi versión de Raffaella Carrá.

A mamá no le gustaba nada eso de que me maquillara, se ponía como loca. Pero como toda abuela, la mía me hacía todos los gustos. 

- No te das cuenta de que es sólo una niña? - le decía mamá.

- Y vos no te das cuenta de que también me pedías que te maquillara cuando sólo eras una niña? -. Le retrucaba la abuela. Siempre fueron dos mujeres de carácter fuerte pero mi abuela era su madre. Y a eso mamá nunca se le olvidaba.

Era muy graciosa la escena y el asunto siempre terminaba igual. Mamá resoplando y yéndose hablando con ella misma y nosotros muriéndonos de risa cuando veíamos que ya se había ido y  no podía escucharnos. 

Que buenos momentos que pasamos juntas. A pesar de que ya pasaron varios años desde su partida aún la extraño mucho. Creo que ninguna amistad que tengamos a lo largo de la vida puede compararse con la de nuestras abuelas, ninguna.

Me paré frente al espejo y me quedé unos minutos mirándome y pensando. Qué estará haciendo la idiota en este momento? Qué estará pensando? Se habrá dado cuenta de que el marido hace un rato que se ausentó?. Siendo franca, no me importaba en absoluto.

Abrí la canilla y dejé que corriera un poco el agua. Me lavé la cara y cuando hice ademán de agarrar la toalla colgada cerca de la puerta escuché que Alfredo retrocedió para que no lo descubriera. Ja! Pensé, cómo si no supiera que estás ahí. Pobre Alfredo, a veces peca de ingenuo tomándome por tonta. En cualquiera de los dos casos la que tenía el control de la situación era yo. 

Los hombres suelen ser tan predecibles que se pueden manejar como marionetas a gusto y antojo de una. Supongo que lo sabe, pero no le importa, pues mientras los hechos que van aconteciendo le mantengan la esperanza de que finalmente termine en la cama con una, no bajará sus brazos y hará casi cualquier cosa por conseguir su objetivo final. 

- Te vas a quedar ahí parado?. Le pregunté. (Continuará)

(María Pía se juega su segunda y definitiva carta. Si gustó, poronga. Si no gustó, bueno. Si piensa que Forlán jugará en Peñarol antes de morir, pulse aceptable).