Cinema Soca: ¿Film de culto, dice?

Corrían los años hippies y para Estados Unidos viajaban todo tipo de fumetas (o acidetas), intelectuales y seudo, artistas y artistujes y, paradójicamente, gente que quería hacer la revolución, afincándose fundamentalmente en New York o en San Francisco -que no quedan demasiado cerca que digamos- reinvindicando la libertad (fuera esto lo que fuera), la juventud, el amor libre y (a veces) una búsqueda de un sentido a la existencia, pregunta que aún sigue sin respuesta, creo.

Entre ellos estaba el chileno Alejandro Jodorowsky -parece que está jodoroskiando, pero es su verdadero apellido- un tipo de esos que se mete en cualquiera (acá tenemos al maragato Daniel Chavarría de la misma escuelita), aventurero, cultor de varias manifestaciones artísticas y de varias religiones.

¿UN TIPO JODIDO?

Su segunda película -la primera, más vanguardista y muy escandalosa, "Fando y Lis", es casi inencontrable- se llamo "El topo" y le salió tan inclasificable como él mismo. Es una especie de spaguetti western -o sea, más lento, ceremonioso y violento que las del Oeste originales- con búsqueda mística, arte y ensayo y ganas de romper las bolas, que sin embargo sigue siendo interesante 40 años después.

Se estrenó en 1971 o 1972 en salas neoyorquinas medio marginales y -para asombro de todo el mundo- se creó un público fiel que iba una y otra vez a verla, generando una publicidad de boca en boca como nunca se había dado hasta entonces. Concretando, "El topo" fue la primera película de culto en la historia del cine -una especie de Eduardo Mateo en celuloide- que nunca fue un gran éxito de taquilla pero del que todos se declararon amigos. Como pasará con el octogenario director y protagonista cuando se muera.

Mientras tanto, usted, pedazo de un mascatripas, tiene acá abajo esta película inédita en el Uruguay. Veala y después me cuenta. O sino, lo quemo vivo.