El clásico en imágenes (parte 2)

El escaso volumen de juego del elenco tricoparquense fue determinante para que apenas un puñado de valientes hinchas dijera presente en nuestro máximo escenario. Preciosa la bandera, eso sí.

El emperador de la noche montevideana sub 75: Eduardo Mazzei, el luchador incansable, y su estampa de viejo seductor (fundamentalmente, viejo).

Lo que es tener mala suerte: en plena formación para la foto, se le caga el botija a Darío, quien lo comprueba in situ.

“Hay penales que se patean así” tiró Martín Charquero. ¿Así cómo? Así, fuerte y al medio. Como el orto, en pocas palabras. El Cachorro Gelpi casi la saca.

“Yo para mí, penal”. El Cacique –en su único aporte durante el match– le pega una piña al balón, que pasó desapercibida para el colegiado de turno.

Los años no vienen solos: el longevo Octavio Darío sufre un vahído a causa de una lesión en el ciático. El argentino Damonte quiso hacerlo reacionar con una piña en la nariz, en deportivo gesto.

Con el paso de los minutos, el arquero Bava se agrandó, al extremo de tomarse un tiempo para su otra pasión: la mímica. Aquí se lo ve interpretar al perrito que orina.

Caballeresca actitud del árbitro de la contienda, quien al ver que los zagueros tricolores no podían con Mora, les enseña el balón para que puedan analizarlo. “Te dije que era medio naranjita”, le dice Rolín a Scotti.

Píriz anota y festeja, pero acá lo que denunciamos es la acción antideportiva del ayudante técnico Biscay, quien realiza el clásico gesto “de la gallinita” de cara a la parcialidad carbonera.

El player Valdez hace honor a su pasado albo y genera un tiro libre al borde del área. Recoba la acaricia cual Pampero, al palo del pobre Gelpi, que vuela en vano. ¿Qué sentirá el Chino ahora que ya no lo putean? Para mí que extraña.

Momento de alta tensión: Porta se desvanece ni bien le avisan que sacó 2.500 pesos al Súpermatch. Paralelamente, Bava se saca el hombro de lugar, pero a nadie le importa: todos se preocupan por el flamante millonario.

Porta le pide consejos a un especialista en la materia de reventarse el cráneo: Matías Cabrera, que desde que se sacó el pasamontañas no ha vuelto a ser el mismo.

Termina el partido y Astori Jr. (con un look Bon Jovi que le sienta muy bien) se olvida de su novia Wolf y se abraza con un desconocido, con una emoción similar a la de su padre cuando abrazó a Mujica. ¡Nacional noma!