Gracias, para siempre

* Es esta mi última columna musical. Jamás habría imaginado que esta iba a ser su temática. Gracias Andrés por el espacio. Espero haber estado a la altura.

Gracias por no defraudarme

 

Gracias por haberme acompañado durante la mitad de mi vida, en todos los momentos, desde la insuperable felicidad de mi casamiento hasta las profundas oscuridades de mis desamores.

En estos 20 días hice lo inimaginable por estar, por verte, por perseguirte. Fui, al fin, uno de esos miles que vi en docenas de videos, en millones de noticias, en color y blanco y negro. Vos hiciste, y yo hice, todo lo que leí en millones de reseñas, actuales o pasadas, de cronistas o fanáticos. Sin embargo, cualquier cosa que haya hecho, o todas las cosas que haya hecho, son insignificantes al lado de lo que vos has hecho por mí.

Ya a nadie importó si te habían visto antes, si sabían el orden de los temas, o si no podían terminar de cantar por el nudo en la garganta. Lo único que importó fue escucharte decir "uruguayos", verte con mi bandera, saber que me respetaste enormemente dando lo mejor que tenés en nombre de quien paga una entrada para verte, saber que mi familia y mis amigos estaban ahí, que eran felices porque yo era feliz. Ya tampoco importó si tus chistes eran libretados, o si era la vez número 500 que recitabas el poema de los Tres Conejos. Yo, que me rompí el orto laburando para poder estar al lado tuyo, te doy las gracias por haber hecho tan valioso cada minuto de mi esfuerzo. Retribuiste con creces todo mi cansancio, y todos los minutos que, para cumplir este sueño inimaginable, le robé a una familia que indudablemente los merece.

Estaba yo, y también estaban todas mis versiones de los últimos 17 años. Todas tenían algo para agradecerte.

Todas, indiscutiblemente, te consideran un gran amigo.

Mary: gracias a vos también. Solo tu amor tan incondicional y ajeno a estos tiempos me podrían haber transportado a la por siempre inolvidable fila 3, asiento 3.