El clásico en fotos

Sale Nacional al campo, y su falange da rienda suelta a un gran despliegue de pabellones patrios y papelitos (estos últimos, serían facturas vencidas del desaparecido bar "La Fiaca").

La parcialidad carbonera aportó lo suyo, aunque con una dificultad: los globos negros prácticamente no se ven. Que cada cual se haga su propia composición de lugar.

Previo al pitazo inicial, los ágiles parquenses se reúnen y discuten: "¿le hacemos caso a Eduardo, o intentamos ganar?" Finalmente, gana la moción de atacar, pero solo los primeros diez minutos.

Una extrañesa: un futbolista albo penetra al área mirasol con balón dominado.

El cuarto árbitro le recuerda a Acevedo que por culpa suya quedamos fuera del Mundial de México.

"¡Golero peligro!" cantó Eduardo desde el banco, y dicho y hecho. Ahí vemos al pobre Muñoz tapando los espacios dejados por Lembo, de gran faena en el primer tiempo.

Ya en el complemento, Nacional pone toda la carne en el asador: ingresa Cabrera, con una misión clara: no cabecear. "Lo tengo que sacar al Tito porque si no lo echan, y entre jugar con 10 y meterte a vos... bueno, creo que prefiero meterte a vos".

Pero Aguirre no se queda atrás: resigna toda chance de atacar al darle ingreso a los preferidos de la parcialidad: Alonso y el Pollo Olivera.

Pero al estratega albo le quedaba un as en la manga. Demostrando que se puede ser demagogo hasta cuando se va a ingresar faltando cuatro minutos para terminar el partido, Balsas puso menos de 5 segundos en recorrer los casi 60 metros que lo separaban del banco de suplentes, para -tras colocarse la casaca al vuelo- oír las esmeradas indicaciones técnicas de su entrenador. "Hacé lo que sabés... metete en el área, protestá, tirate buscando el penal, meté algún codo".

En la última del partido, Muñoz emula a Superman al ir sobre el balón, bajo el ostigamiento de Diego Alonso, el último sentimental del fútbol.

La fiesta termina sin vencidos ni vencedores, momento aprovechado por un grupo de parciales mirasoles para exhibir su divisa en plena tribuna tricolor, generando el respetuoso aplauso de los allí presentes. ¡Viva el fútbol uruguayo!